domingo, 17 de octubre de 2010

Algo de mitología japonesa

He estado recopilando información sobre mitos japoneses, demonios, espíritus y demás seres mitológicos populares en Japón. Hoy os dejo la historia de Yuki Onna (la mujer de la nieve) y algo sobre Zashiki Warashi.



ZASHIKI WARASHI:
 
Zashiki Warashi es el duende del hogar en la mitología japonesa. Protege las casas y a sus habitantes de cualquier peligro, proporcionando felicidad y prosperidad. Según la mitología podría ser un antepasado de la familia y se le representa como una niña de corta edad vestida a la manera tradicional del Japón, con pelo corto y kimono. Un Zashiki-warashi es un yōkai (criaturas que suelen tener una parte animal y rasgos humanos) japonés de la prefectura de Iwate similar al domovik (en Ucrania).

El nombre proviene de zashiki, haciendo referencia a un cuarto japonés típico (tatami) y de warashi, término regional arcaico que se le da a un niño.

El aspecto de éste espíritu es el de un niño de unos 5 o 6 años con el cabello ondulado y un rostro rojizo. El niño puede ser de sexo masculino o femenino, aunque actualmente se lo considera femenino. Un Zashiki-warashi se lo puede encontrar en casas viejas y preferentemente grandes.


Zashiki Warashi de la serie manga xxxHOLiC


Se dice que un Zashiki-warashi, al habitar una casa, trae a la residencia buena fortuna. Pero si se va de allí, el lugar declina totalmente. Para mantener a éste yōkai en el hogar, éste debe sentirse apreciado y cuidado, de la misma manera en que un adulto criaría a un niño. El Zashiki-warashi es un infante por naturaleza, propenso a jugar de manera inofensiva pero de vez en cuando a causar alguna travesura. Puede ser que se sienten en el asiento de un huésped, gire las almohadas de la gente y hasta realizar sonidos similares a la música del kagura. Dejan a veces pequeñas huellas como si fuera ceniza. Hay diversas variaciones en cuanto a quién puede ver el Zashiki-warashi; esto se limita generalmente a los habitantes de la casa, a veces a los niños. El Ryokufūsō en Kindaichi-Onsen es famoso por su Zashiki-warashi Similar al Zashiki-warashi en otras partes de Japón incluye el makuragaeshi en la prefectura de Ishikawa, el kurabokko en la prefectura de Tokushima y el akashaguma que vive en el Kotohira Shrine.



YUKI-ONNA:

Yuki-onna (Yuki = nieve, Onna = mujer) es un espíritu o yōkai encontrado en el folclore japonés. Es una figura popular de la animación, el manga y la literatura japonesa. Se suele confundir a Yuki-onna con Yama-uba, pero las dos figuras son distintas.

Yuki-onna es representada como una mujer alta, hermosa, de largos cabellos, que se manifiesta en una noche nevada. Su piel es pálida o aún transparente, podría decirse que casi inhumana. Su color hace que se la confunda en paisajes nevados. A veces usa un kimono blanco, pero otras leyendas dicen que aparece desnuda recostada en la nieve. A pesar de su belleza inhumana, sus ojos pueden causar terror en los mortales. Yuki-onna flota a través de la nieve, sin dejar huella (de hecho, algunos cuentos dicen que no tiene pies, una característica notable para muchos fantasmas japoneses), y la puede transformar en una nube de niebla o nieve si se siente amenazada.

Yuki-onna, está asociada al invierno y a las tempestades de nieve, se dice en algunas leyendas que parece ser el espíritu de un individuo que ha fallecido de frío en la nieve. Es al mismo tiempo hermosa y serena, más allá de su despiadada matanza de mortales insospechados. Hasta el siglo XVIII, la retrataron casi uniformemente como el mal. Hoy, sin embargo, las historias la colorean a menudo como más humana, acentuando su naturaleza fantasmal y efímera belleza. En muchas historias, Yuki-onna se revela a los viajeros que se encuentran atrapados en tempestades de nieve y utiliza su respiración helada para dejarlos como cadáveres en forma de estatua de hielo. Otras leyendas dicen que los extravía de modo que mueren debido a la exposición al frío. Otras veces, se manifiesta sosteniendo a un niño. Cuando una persona bien intencionada toma en sus brazos el niño que lleva, esa persona se congela en el lugar. Los padres que buscan a sus hijos son susceptibles a esta táctica.

Otras leyendas hacen a Yuki-onna mucho más agresiva. En estas historias, invade a menudo físicamente los hogares de la gente, soplando en la puerta con una ráfaga del viento, para matarles mientras duermen (aunque algunas leyendas cuentan que primero la tienen que invitar a entrar en la casa). Yuki-onna varía de cuento a cuento. A veces simplemente le satisface observar la muerte de sus víctimas. Otras veces, es más vampírica y chupa la sangre de sus víctimas o la "fuerza de la vida". De vez en cuando adopta la forma de un Súcubo, cazando hombres de creencias débiles para drenarlos o congelarlos a través de cópula sexual o un beso. Como la nieve y el tiempo del invierno que ella representa, Yuki-onna tiene un lado más suave. A veces deja a las víctimas marcharse por varias razones. En una leyenda popular de Yuki-onna, por ejemplo, deja libre a un muchacho joven debido a su belleza y edad. Le hace prometer al muchacho que nunca la mencionará, aunque, y cuando él relaciona la historia con su esposa, mucho más adelante en la vida, su esposa dice ser la mujer de la nieve. Ella se lo revela a él por romper su promesa pero esta vez se la ve dejándole a cargo los niños que tuvieron. Pero si él se atreve a maltratar a sus niños, ella volverá sin misericordia. Afortunadamente para él, es un buen padre. En una leyenda similar, Yuki-onna derrite a su marido cuando descubre su verdadera naturaleza.

El escritor irlandés de origen griego y nacionalizado japonés, Lafcadio Hearn, incluyó en 1903 una versión de la leyenda de Yuki Onna en su libro Kaidan (El más allá), posteriormente adaptado al cine en 1964 por Masaki Kobayashi.

AQUÍ SU LEYENDA:

Hace mucho tiempo, vivían solos en una lejana montaña el cazador Mosaku y su hijo Minokichi. Mosaku era viudo, su esposa había fallecido años atrás, cuando Minokichi era aún un niño. En invierno, padre e hijo salían diariamente a cazar zorros, ciervos y osos, para vender sus pieles en la ciudad.

Cierta mañana, muy de madrugada, Mosaku y Minokichi salieron al monte, pero no lograron cazar ninguna pieza. No perdieron la esperanza y siguieron recorriendo el monte hasta que se hizo de noche, en ese momento empezó a nevar intensamente, con un viento tan frío e intenso que les impedía tenerse en pie. A duras penas lograron guarecerse en un pequeño refugio cercano. En la modesta cabaña pudieron encender fuego, calentarse y reponer fuerzas. Mientras comían, hablaron de diversos temas, hasta que en cierto momento el padre dijo:

- Minokichi, hijo mío, yo soy viejo y tú tienes ya 20 años, y desde que murió tu madre estamos muy solos y necesitamos una mujer en casa. Deberías empezar a pensar en casarte.

Pero su hijo no le escuchaba, porque se había recostado junto al fuego y ya dormía profundamente. En vista de aquello, el padre también acabó por dormirse al cabo de no mucho tiempo, mientras fuera la tempestad de nieve seguía sin cesar.

En mitad de la noche, el fuerte ruido de la ventisca despertó a Minokichi, que al levantarse comprobó que el fuego se había apagado. Se disponía a ir a por más leña para encenderlo de nuevo, cuando de pronto vio de pie junto a la puerta a una hermosa mujer de tez blanquísima y mirada glacial. Cuando quiso preguntarle quién era y de dónde venía, Minokichi comprobó horrorizado que no le salía la voz, como si una gran piedra le oprimiera el pecho, y que no podía moverse.

La misteriosa mujer entró en la cabaña, se acercó a Mosaku, que seguía durmiendo, se inclinó sobre él y le sopló un aire helado que le fue congelando lentamente hasta dejarle sin vida. Minokichi, entonces, recobró las fuerzas y logró gritar pidiendo auxilio.

-¡Socorroooo! ¡La Mujer de las Nieves! ¡Auxilio, que alguien me ayude!

Entonces, la Mujer de las Nieves le dijo a Minokichi, mirándole fijamente:

- A ti, por esta vez, te perdono la vida, porque aún eres muy joven. Pero te lo advierto: no le cuentes a nadie lo que acabas de ver, porque si lo haces, te mataré.

- De acuerdo - contestó el aterrado joven -, prometo no contárselo a nadie.

Tras lo cual, la bella y misteriosa mujer desapareció dejando un torbellino de nieve a su paso.

A la mañana siguiente, Minokichi trasladó el cuerpo sin vida de su padre. Todo el pueblo acudió a los funerales, y Minokichi se sintió muy feliz por ser consolado por todas aquellas humildes gentes. Sin embargo, se sentía culpable de lo que había pasado, por haber dejado negligentemente que se apagara el fuego del hogar en una noche tan fría como aquella. El joven estaba acostumbrado a vivir con su padre, por eso se sintió muy solo y triste al tener que seguir adelante sin él.

Pasó el tiempo, y cierto día de tormenta, alguien llamó a la puerta de Minokichi. Al abrir, vio que se trataba de una bellísima muchacha, empapada y aterida de frío, que afirmó llamarse Yuki y que le rogó que por favor le permitiera pasar allí la noche, porque iba de camino a la capital y se había perdido por culpa de la lluvia. Al principio, Minokichi no lo veía claro, porque no disponía de una cama que ofrecerle y tampoco tenía nada de comer. Pero la muchacha insistió en que le permitiera quedarse.

- No me importa comer poco o nada, y dormiré en el suelo. Pero por favor, déjame quedarme solamente por esta noche.

Tal era la insistencia de Yuki, que Minokichi accedió a dejarle pasar la noche allí. Naturalmente, Minokichi no tardó en quedarse prendado de la hermosa y dulce muchacha, y le pidió por favor que se casara con él.

Así lo hicieron. Tuvieron muchos hijos y fueron felices durante muchos años. Minokichi estaba muy feliz y orgulloso de su esposa, pero había algo en ella que le extrañaba. Yuki no salía nunca de casa en los días de buen tiempo o de sol. Pero en cuanto oscurecía, salía fuera con sus hijos para jugar y cantar con ellos.

Pasaron varios años. Cierta noche, Yuki estaba zurciendo un kimono, mientras fuera caía una nevada terrible, con un fuerte viento que hacía temblar la destartalada casa. Minokichi estaba recostado, contemplando a su esposa ensimismada en su labor. De pronto, le dijo:

- Qué extraño, Yuki. No pareces envejecer nunca, sigues tan guapa como el día que nos conocimos.

- Qué va, eso es lo que te parece a ti - dijo ella, sonrojándose.

- ¿Sabes? Acabo de acordarme de una cosa. Cuando era joven, una vez vi a una mujer tan guapa como tú, que además se te parecía muchísimo.

Yuki dejó el kimono y escuchó con mucha atención.

- Yo tenía veinte años entonces, y recuerdo que había salido a cazar con mi padre cuando nos sorprendió una tormenta de nieve como la que está cayendo esta noche. Nos resguardamos en un refugio, y entonces, aquella misma noche, vi a esa mujer, la Mujer de las Nieves.

En ese momento, la expresión de Yuki cambió. Su rostro se volvió pálido y su mirada fría. Se levantó y dijo a Minokichi:

- ¡Me prometiste que no se lo contarías a nadie! ¡Has roto tu promesa!

- ¡Eres tú! - exclamó entonces Minokichi, aterrorizado. - ¡Tú eres la Mujer de las Nieves!

- Sí, soy yo - contestó ella -. Y como has roto tu promesa, ya no puedo seguir existiendo en forma humana. ¡Qué lástima! Yo quería haber vivido contigo para siempre, pero ya no va a ser posible.

Mientras hablaba, Yuki ya se había convertido por completo en la Mujer de las Nieves y estaba de pie junto a la puerta.

- Te dije que te mataría si revelabas el secreto - prosiguió -, pero no puedo hacerlo. No quiero que nuestros hijos, que aún son pequeños, se queden huérfanos sin que nadie pueda cuidar de ellos. No te voy a matar, pero no volverás a verme nunca más. Espero que puedas atender bien a los niños. ¡Que tengas suerte, adiós!

Y, dejando tras de sí un torbellino de nieve, Yuki desapareció entre la ventisca.

- ¡Yuki, espera! ¡No te vayas! - gritó Minokichi.

- ¿Adónde vas, mamá? - lloriquearon los niños, que se habían despertado y se habían asomado al exterior. Sus voces se confundieron en medio del fuerte viento, mientras ella se alejaba para no volver jamás.


Espero que os haya gustado. La próxima vez escribiré sobre otros mitos japoneses como los Yûrei (fantasmas japoneses de historias de terror) y los Kappa.

Sayonara!


1 comentario: